Vulnerabilidad, opresión e injusticia social: El caso de la diversidad funcional desde la perspectiva de Iris Marion Young
En-claves del pensamiento
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, División de Humanidades y Ciencias SocialesLa teoría de Iris Marion Young critica la definición de justicia social en términos únicamente distributivos, apostando por una concepción que contemple el reconocimiento. Para ello, se apoya en conceptos como grupo social, opresión, espacio público y una crítica al ideal de imparcialidad. A partir de esta visión, este trabajo pretende dar respuesta a diferentes preguntas en relación con la situación de vulnerabilidad, opresión e injusticia social que viven las personas en situación de discapacidad. Se aportan visiones desde la filosofía y desde la psicología social que permitan comprender qué es la injusticia en términos de reconocimiento, cómo se reproduce, cómo afecta a la diversidad funcional y cómo combatirla. Todo ello, da como resultado una reflexión que sirve de base para el replanteamiento de propuestas como la de Nussbaum, que van más allá de las propuestas o modificaciones formales, basándose en la relevancia del espacio público y las relaciones informales.

			Subnormales, deficientes, minusválidos o discapacitados, son algunos de los adjetivos con los que se han referido las sociedades a las personas en situación de discapacidad a lo largo de la historia. Atendiendo a su etimología, no pasa desapercibido el sentido peyorativo de estas palabras, por debajo de lo normal, menos eficientes, menos válidos, sin capacidad. Todos ellos, dan una perspectiva histórica de la visión cultural de la discapacidad en la sociedad.

			Esta imagen se ha transmitido de diferentes modos hasta nuestro tiempo. Actualmente, el movimiento de la discapacidad ha reivindicado nuevos conceptos como el de la diversidad funcional para acabar con esa valoración negativa. Además, desde el ámbito formal, se han fomentado medidas para terminar con la vulneración de derechos de estas personas y protegerlos frente a posibles discriminaciones, como la Convención Internacional de las Personas con Discapacidad de la ONU.

			Pese a estos esfuerzos, son muchos los testimonios y estudios que plantean que todavía existe una discriminación y una imagen de infravaloración de las personas en situación de discapacidad que afectan a su participación en la sociedad. Todo ello, supone situaciones que Iris Marion Young denominaría de opresión y, por tanto, de injusticia social debida a una falta de reconocimiento.

			Con todo ello surgen preguntas como, ¿cómo detectar las situaciones de injusticia? ¿Cómo se reproducen estas imágenes culturales acerca de la discapacidad? ¿Está la diversidad funcional en una situación de injusticia? Y, si es así, ¿cómo podemos combatirla? Este trabajo tratará de dar respuesta a las mismas a través del pensamiento crítico acerca de la participación democrática de la autora contemporánea Iris Marion Young.

		La justicia social ha sido definida desde diferentes perspectivas, algunas, más próximas al pensamiento marxista, más centradas en la redistribución, y, otras, reivindicadas desde movimientos vinculados al reconocimiento de determinados grupos sociales, como puede ser el feminismo o los movimientos indígenas o por los derechos civiles en Estados Unidos. En este caso, nos centramos en esta segunda concepción. Ante la pregunta ¿qué puede entenderse por justicia social? Young realiza toda una teoría recogida en diferentes obras. La autora plantea: 'La justicia no debería referirse sólo a la distribución, sino también a las condiciones institucionales necesarias para el desarrollo y ejercicio de las capacidades individuales, de la comunicación colectiva y de la cooperación'.

			

				

				

					
Desde esta perspectiva parte tanto su definición de justicia social como la reproducción de determinados procesos sociales que reproducen la opresión y la falta de reconocimiento de determinados grupos sociales. En este sentido, puede considerarse que la distribución de bienes no es suficiente para lograr una justicia social, dado que existen múltiples relaciones sociales más allá de la económica. Ejemplos de esta definición estarían en los movimientos feminista, negro, indígena y de liberación gay y lésbica, en los que se basa la autora.

			De acuerdo a este planteamiento, para comprender las injusticias, eliminarlas y/o repararlas, éstas se deben repensar desde la noción de grupo social en función del concepto de opresión que, según Young 'se refiere a las grandes y profundas injusticias que sufren algunos grupos como consecuencia de presupuestos y reacciones a menudo inconscientes de gente que en las interacciones corrientes tiene buenas intenciones, y como consecuencia también de los estereotipos difundidos […] de los procesos normales de la vida cotidiana'.

			

				

				
En este sentido, la opresión hace referencia a un concepto estructural y hace referencia a las barreras institucionales para poder participar en las condiciones de vida, determinación de las acciones y la autodeterminación. Además, se encontraría sostenido por procesos institucionales y culturales no cuestionados, llegando a ser, como definiremos más adelante, una reproducción inconsciente de estereotipos o prejuicios socialmente aceptados.

			A partir de estos planteamientos, se propone una redefinición de la justicia en términos de dominación y opresión. Para su desarrollo, la autora define lo que ella denomina como las 'cinco caras de la opresión'

			

				

				
En primer lugar, la explotación. Young complejiza el concepto marxiano, sobrepasando el concepto de clase, para atender también al trabajo no asalariado, fundamentalmente, generizado y racializado. Es decir, se trataría de la apropiación de los resultados de trabajo, de un grupo social a otro. Un ejemplo sería el trabajo doméstico y de cuidados realizado mayoritariamente por mujeres, pero socialmente no reconocido como trabajo.

			

				

				
Con respecto a la segunda cara, se define a las personas marginales como 'aquéllas a las que el sistema de trabajo no puede o no quiere usar'.

			

				

				
La tercera cara es denominada carencia de poder.

			

				

				
Para Young,

			

				

				
Por último, la violencia. Young

			

				

				
Atendiendo a estas definiciones de opresión y grupo social, vinculadas con el concepto de injusticia social, se entiende que, en tanto en cuanto, las personas pertenecen a diversos grupos sociales (ej. mujer, lesbiana, con discapacidad, etc.), las opresiones pueden darse 'interseccionadas'.

			

				

				

					
Por tanto, 'un grupo social es un colectivo de personas que se diferencia de al menos otro grupo a través de formas culturales, prácticas o modos de vida'.

			

				

				
En definitiva, el concepto de grupo social y pertenencia se basa en las relaciones entre grupos, entre los grupos y las instituciones, se trata de un problema relacional que varía en función de los grupos comparados. La opresión, vendría por una concepción errónea del sujeto y, por tanto, del grupo social, basada en un individualismo esencialista, vinculada a grupos sociales dominantes, cuya percepción se entiende como más válida que la del resto de grupos, incluso como universal, sometiendo a otros grupos a su percepción. Por ello, para lograr la justicia social, para Young,

			

				

				
La diversidad funcional ha tenido diferentes concepciones a lo largo de la historia. En nuestra cultura occidental y judeo-cristiana, nace de la concepción de que la enfermedad es un castigo divino.

			

				

				

					
La vivencia de la diferencia parte de unas raíces culturales

			

				

				

					
Aunque nuestra sociedad occidental presume de su democracia, humanismo y tolerancia, la evidencia científica muestra como las acciones sociales son profundamente segregadoras.

			

				

				

					
En este proceso tanto los prejuicios sociales como los estereotipos sobre la diversidad funcional muestran como es la sociedad quien genera al tipo de individuo que más le conviene en razón de determinantes políticos y económicos.

			

				

				

					
En este punto, encontramos como es el pensamiento médico en términos de biopoder,

			

				

				

					
De este modo, se refuerza la discriminación, los estereotipos y los prejuicios en lugar de luchar por la 'revolución de los cuerpos'.

			

				

				

					
En este sentido, la propia noción de vulnerabilidad presenta una fuerte dicotomía.

			

				

				
De esta forma, se genera una concepción de la identidad social, en la cual los seres humanos se categorizan en grupos excluyentes reforzando las diferencias y tejiendo su propia membresía.

			

				

				Tajfel, 'La catégorisation sociale'.

			34 En otras palabras, el propio Estado que dicta que le cuida en su beneficio, es el mismo que le atribuye una categoría que le diferencia del resto.

			

				

				Solé y Pié,
En suma, es responsabilidad de la sociedad replantear y analizar de forma crítica el imaginario colectivo en el cual se mantienen las luchas constantes de endogrupos y exogrupos, donde se perfila tanto el cuerpo como la identidad humana que un ser debería tener, y donde se categoriza al ser humano. Es nuestra responsabilidad reflexionar de manera profunda acerca de los estereotipos, prejuicios y discriminación adquirida a lo largo de nuestra existencia, tomar conciencia de ella para poder decidir si verdaderamente queremos mantener esta posición o si preferimos apostar por la inclusión.

		De acuerdo con lo anterior, parece necesario analizar cómo se vincula esta discriminación con la injusticia en el caso de la diversidad funcional, atendiendo a su evolución, pasando de un modelo centrado en cuestiones médicas, el modelo médico, a otro fundamentado en cuestiones sociopolíticas, el modelo social.

			

				

				

					
En los últimos decenios del siglo XX, se estableció una nueva visión menos naturalista de la discapacidad, basada en el modelo social. Este nuevo enfoque expresa que la discapacidad no es una cuestión individual, sino que encuentra sus dificultades en la forma en la que se organiza la sociedad. Busca maneras de eliminar las barreras que restringen las condiciones de vida de las personas con discapacidad, para que puedan ser independientes, autónomas e iguales en la sociedad, apostando por términos como el de diversidad funcional.

			

				

				Pindado,
Este nuevo enfoque rechaza el modelo médico, ya que considera la diversidad funcional como parte de la condición humana, un elemento que enriquece la sociedad y reivindica los derechos de estas personas. En conjunto, la novedad de este modelo consiste en poner de manifiesto que la discapacidad no es una cuestión patológica ligada al ámbito biológico, sino que debe ser interpretada, más bien, como una patología social, como una forma de opresión a la que se somete a las personas cuyos cuerpos funcionan de modo diferente al estadísticamente habitual.

			

				

				Mitra, 'Remodeling the ICF'; Aparicio, 'Estigmatización, invisibilización'; Pindado,
Pero, la pregunta sería ¿ha sido el planteamiento de este modelo y su configuración en la Convención Internacional suficiente para acabar con la injusticia sobre las personas con discapacidad? Para dar respuesta a estas cuestiones recurriremos a los datos presentados por el Observatorio Estatal de la Discapacidad (OED) de España,

			

				

				

					
En primer lugar, a nivel formal, se puede hablar de que en los últimos años ha disminuido la percepción de que la discriminación por discapacidad está extendida en su país, llegando a situarse en un 44 por ciento de la población encuestada.

			

				

				European Commission,
De acuerdo con la teoría de Young, presentada anteriormente, puede afirmarse que existe una opresión en diferentes caras, atendiendo únicamente a estos datos. En primer lugar, explotación, en referencia a los regímenes especiales que ocupan estas personas y que cuentan con una menor dotación económica. En segundo lugar, marginación, desde el sistema educativo que, a la vista del abandono escolar no cumple con sus necesidades y demandas, o desde el ámbito laboral en el que hay mayores tasas de paro. En tercer lugar, carencia de poder, en tanto en cuanto, estas personas no tienen acceso a un determinado nivel de estudios o puestos de trabajo que otorgan un estatus superior, negando su acceso, incluso a la legislación y, por tanto, a sus derechos, al no estar en formato accesible. En cuarto lugar, imperialismo cultural, vinculado a la imposición de un modelo educativo y laboral generalizado, o de un laberinto burocrático de difícil comprensión para poder hacer efectivos sus derechos. Por último, violencia, en relación a la percepción de discriminación en el espacio público, y a la violencia institucional asociada a la falta de accesibilidad o la burocracia.

			En relación con esta opresión y, especialmente con la última de sus caras, conviene hacer referencia a las diferentes formas de discriminación y violencia a las que se enfrentan las personas con discapacidad en su día a día. Un autor que ha analizado esta situación desde visiones próximas a las de la teoría de la justicia social Aparicio, 
			 
				 
				Aparicio, 'Estigmatización, invisibilización'. 
			50 quien tomó como referencia la de Axel Honneth. En su texto habla de tres fenómenos injustos que sufren las personas con discapacidad: estigmatización, invisibilización y cosificación.

			En primer lugar, la estigmatización, basada en la reproducción de la injusticia comentada en el apartado anterior, creando una imagen desvalorizada de la diversidad funcional. Se caracterizaría, como se ha comentado anteriormente, por una perspectiva de lástima, no adaptación a la normalidad o incapacidad. Todo ello, desde el uso de prejuicios y estereotipos, basados en una naturalización de los mismos. De este modo, se desencadenaría un malestar en las personas con discapacidad, así como una exclusión social basada en su situación.

			

				

				
Otra de las patologías sociales que Aparicio,

			

				

				Aparicio, 'Estigmatización, invisibilización'.

			54 tomando a Honneth, menciona es el de la cosificación, estrechamente vinculado al anterior, y que se centra en el no reconocimiento de este grupo social como personas, sino como cosas. En este caso se produce un cambio en la relación con las personas al adquirir la condición de discapacidad, centrándose en ésta y no en la propia persona. Un ejemplo significativo en este caso sería el de los y las profesionales que trabajan en el sector de los cuidados que pueden terminar automatizando ese trabajo, olvidando que a quien están proveyendo de cuidados es una persona. En este sentido, se pierde la empatía y la capacidad de crear una conexión social con las personas, eliminando su participación en la misma.

			

				

				
Por último, en la relación de Aparicio

			

				

				Aparicio,
Todas estas situaciones, pueden verse interseccionadas por la pertenencia a varios grupos sociales.

			

				

				
Con todo lo anterior, puede corroborarse que, pese a los esfuerzos a nivel formal que parecen haberse realizado, o que se percibe que se han realizado, todavía persiste una situación de injusticia social para las personas con discapacidad. Concretamente, en el ámbito del espacio informal, aunque no se debe olvidar que este espacio está estrechamente vinculado a las actitudes y creencias que se mantienen desde las instituciones, las cuales también pueden ejercer violencia y, por tanto, opresión e injusticia.

			

				

				Young,
Este último apartado busca adentrarse en las soluciones para combatir las injusticias que se han planteado anteriormente desde la perspectiva teórica de Young y su vinculación con la propuesta de Nussbaum.

			

				

				

					
Para ello, Young

			

				

				Young,
Para la autora,

			

				

				Young,
El problema principal que se observaría con respecto al carácter excluyente de la universalidad, radicaría en emplear como únicos elementos de discusión democrática los argumentos razonados. Según Young 'Su tendencia a restringir la discusión democrática a meros argumentos trae implícitamente aparejados prejuicios culturales que pueden conducir a exclusiones de personas o grupos en la práctica'.

			

				

				
Por tanto, según Young,

			

				

				
Pero, ¿dónde reside la relevancia de los estilos discursivos? En el caso de la diversidad severa o que produce alteraciones en el habla, parece claro, no son escuchados porque no pueden comunicarse del modo político tradicional, es decir mediante el lenguaje hablado o escrito. Pero, más allá de esta característica, los estilos discursivos, comunicativos o del habla, son las estructuras comunicativas que surgen en la interacción cotidiana, la percepción de grupo y la interacción entre éstos.

			

				

				

					
En función de la experiencia se defiende la independencia o la intimidad, por lo que las relaciones, conversaciones y escucha son diferentes. En el caso de las mujeres, cederían su posición de privilegio y tenderían a escuchar más en los intercambios lingüísticos. Atendiendo a este caso, puede afirmarse que la forma de expresarnos, escuchar y relacionarnos varía en función de nuestras experiencias como miembros de un grupo social. En el caso de Tannen,

			

				

				
Para contextualizar la relevancia de estos estudios en relación con la vulnerabilidad social, la injusticia y la opresión, deben ponerse en relación con la participación en los procesos democráticos, pero, también, con el espacio público, la elaboración de legislaciones o el debate social, planteados por Nussbaum.

			

				

				Nussbaum,
Atendiendo a esta cuestión, puede hablarse de que existe una jerarquización implícita de los estilos comunicativos que incide directamente en la participación política.

			

				

				Young,
Por tal motivo, tienden a no hablar, o hablan sintiendo que aquellos que conducen este proceso encuentran desorganizadas estas intervenciones. Las normas de asertividad, combatividad y el respeto por las reglas de la competencia son silenciadores poderosos o evaluadores del discurso de aquellos grupos que se encuentran en una situación de diferencia cultural e inequidad. 
			 
				 
				Young, 'La democracia y el otro', 45 y 46. 
			90 
				

			En este sentido, la autora apuesta por incluir nuevas formas comunicativas, más allá de la argumentación, en la deliberación: los saludos, la retórica y la narración. Con los saludos, Young se refiere a expresiones como 'Buenos días' o 'Nos vemos en un rato', y, también a los halagos o las sonrisas, todo ello como muestra de reconocimiento y apoyo. Por otro lado, la retórica, facilita la eliminación de la dicotomía razón-deseo propia del ideal de imparcialidad, conectando con la audiencia. Y, por último, la narración, entendida como vehículo de valores y significados culturales, que permite expresar nuestras experiencias y el efecto de las decisiones que se toman sobre las personas particulares.

			

				

				
A través de estas herramientas la autora sostiene que se transformaría la perspectiva de los y las participantes, ya que revela la parcialidad de mi experiencia, la situación de colectividad con personas diferentes e intereses diferentes, aunque iguales derechos; y, el incremento del conocimiento social mediante la escucha.

			

				

				
Pero, para llevar a cabo todo este proceso, más allá de las cuestiones planteadas por Nussbaum,

			

				

				Nussbaum,
Desde el punto de vista de Young, la inclusión sería la condición necesaria para la consecución de las medidas planteadas por Nussbaum,

			

				

				Nussbaum,
La relajación en las condiciones de la participación, la incorporación de esos elementos que están más relacionados con los deseos y la experiencia corporal intrínsecos a la condición humana, permiten por sí solos la opción de un posibilismo transformativo porque proporcionan la inclusión de una pluralidad de 'otros', y la opción de aprender y escuchar de las experiencias diferentes.

			

				

				Martínez-Bascuñán,
Profundizando en la faceta transformadora de la inclusión, puede afirmarse que incrementa el conocimiento social, desde el momento previo a la consecución de acuerdos, mediante el intercambio de experiencias y perspectivas con otros grupos. A través de una escucha activa y consciente, y un espacio que favorezca la participación en igualdad, con un reconocimiento de los otros y sus diferencias, se llegaría a lo que Young, tomando la expresión de Hannah Arendt, denomina 'pensamiento ampliado'. Este nuevo pensamiento favorece mi entendimiento de la realidad de otros grupos, pero, también, apoya una reflexión y perspectiva ampliada de nuestra propia situación. Un ejemplo de ello, tomado de Young, es la lucha en contra de las
En conclusión, según estos planteamientos, para lograr combatir la injusticia social es necesario concienciar en torno a la responsabilidad conjunta por la justicia.

			

				

				Young,
El paradigma de la diversidad funcional ha variado en los últimos años, apostando por un modelo social ratificado y apoyado por diversos documentos y posicionamientos institucionales y legales. Pero continúa existiendo una vulnerabilidad social y una discriminación para este grupo. En este sentido, los aspectos formales han generado espacios de participación y recursos de protección, pero tal y como muestran diferentes estudios el espacio público continúa siendo distante para este colectivo. Por ello, no basta con permitir o favorecer la participación de estas personas, sino que es necesario que sean escuchadas, ahí reside la importancia de conceptos como la inclusión, la justicia social, la opresión, el grupo social y, sobre todo la escucha, que propone la teoría de Iris Marion Young.

			Atendiendo al concepto de injusticia de Young, ésta puede entenderse como todas las situaciones estructurales que impiden o dificultan la participación de las personas, generando una opresión. Para detectar estas situaciones la autora plantea cinco criterios o patologías sociales que 'las cinco caras de la opresión': explotación, marginación, carencia de poder, imperialismo cultural y violencia. A partir de estos conceptos y el de grupo social, se reflexiona en torno a la(s) diferencia(s) y su percepción en el espacio público, manteniendo que se debe redefinir como un aspecto positivo y deseable, evitando que las diferencias se conviertan en desigualdades.

			Esta injusticia y sus formas de opresión se han estudiado a su vez desde el campo de la psicología social, aplicado a la realidad de las personas con discapacidad. En este campo se parte de la noción de identidad social y de grupo, entendida como una creación cultural. A partir de ahí, se habla de esquemas mentales que permiten entender más rápidamente la sociedad, pero que, en la cultura actual, generan creencias (estereotipos), valoraciones (prejuicios) y acciones (discriminación) peyorativos hacía la discapacidad. Estas valoraciones están basadas en una tradición médica donde hay una valoración peyorativa de la discapacidad, entendiendo ésta como una anomalía o disfunción corporal. Desde la perspectiva del biopoder de Foucault, esta visión, que se basa en una falsa naturalización de esa infravaloración, serviría para controlar a determinados grupos sociales. En este caso, el de la diversidad funcional. Lo cual no sólo generaría injusticias, sino que, además, generaría una vulnerabilidad y afectación en la subjetividad y el desarrollo de estas personas.

			Para combatir esta situación, Young desarrolla una crítica a la universalidad y la neutralidad y el ideal de imparcialidad, propia del espacio público actual. A través de esta crítica, trata de evidenciar que las voces de los grupos privilegiados se consideran neutrales, privilegiando sus estilos discursivos e infravalorando o eliminando de los espacios de participación públicos frente a los de grupos sociales oprimidos, como los de las personas en situación de discapacidad. En este sentido, no usar medios de comunicación aumentativa y alternativa, intérpretes de lengua de signos o sistema Braille, entre otros, sería un ejemplo de opresión. Pero también lo sería, el obligar a seguir unos estilos discursivos formalmente aceptados a los que determinadas personas no pueden acceder, como es el caso de personas con dificultades del habla o la cognición; o, simplemente, obviar de la participación, aquellos discursos vinculados a las vivencias, percepciones, sentimientos y experiencias vividas. De este modo, aunque participarán, sólo serían escuchados grupos privilegiados, que no abarcarían a la totalidad de las personas, ni mucho menos a la totalidad de las personas con discapacidad.

			Para lograr combatir las injusticias sociales en estos términos se plantea la necesidad de ampliar la participación y la deliberación en el espacio público, favoreciendo que no sólo se pueda hablar, sino que pueda hacerse en los propios términos de cada grupo social, lo que se denominaría inclusión. Ésta, sumada a una escucha activa, nos permite transformar las creencias (estereotipos), valoraciones (prejuicios) y, por tanto, acciones (discriminación) de quienes participan en una discusión, deliberación o diálogo.

			En este sentido, propuestas como la de Nussbaum se complementarían para eliminar las injusticias sociales y dar cabida a la diversidad de las personas, más allá de los aspectos formales, logrando modificar el espacio público de forma complementaria. En este sentido, se pone de manifiesto que los impulsos formales por la lucha de las injusticias deben ser complementado desde la modificación en el espacio público, para lo cual la inclusión y la escucha son una pieza clave. En el caso de la diversidad funcional, esta cuestión sería clave para suprimir patologías como la estigmatización, la cosificación o la invisibilización, recogidas por Aparicio, que suponen una vulneración de su reconocimiento como personas y parte de la sociedad, afectando a su subjetividad.

			Pese a la apertura a diferentes grupos que aborda esta propuesta, quedarían líneas abiertas como qué estructuras, metodologías o intervenciones sería necesario crear para lograr esta propuesta inclusiva que propone Young, y, más aún, cómo lograrlo en un mundo globalizado como el actual.

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